miércoles, 16 de marzo de 2011

CUESTION DE PRIORIDADES


Necesitamos santos diferentes, santos con minúscula, de los de a pie, como el Padre Arrupe, que nos transmitan la esencia del Amor con mayúsculas.

Al cumplirse veinte años de su fallecimiento, tienen hoy más vigencia que nunca sus palabras: ¡Enamórate de Dios!

Para algunos, una figura controvertida, dentro de la Iglesia del siglo XX. Pero, ante todo, un “enamorado de Dios”. Una persona que nos enseñó a mirar el lado bueno del mundo, el que pocas veces nos paramos a mirar. Él aprendió y nos enseñó a parar, aunque sólo fuera un momento, y dedicar un poco de nuestro tiempo a la reflexión y la mirada “hacia dentro”.

En cierta ocasión, un periodista le preguntó, cómo podía encontrar tiempo para la oración, con la vida tan ajetreada que llevaba: “Es cuestión de prioridades” contestó. Toda nuestra vida es una cuestión de prioridades, de cosas que aceptamos o rechazamos para lograr lo que buscamos.

A veces, perdemos de vista cuáles son esas prioridades, qué es lo más importante y de qué podemos prescindir.

Nos sobran muchas cosas pero nos falta darnos cuenta de ello; hay pocas cosas imprescindibles: ver salir el sol por la mañana, el beso de mis hijos, el cariño de la gente cercana, la sonrisa de un niño o el abrazo de una abuela.

Estoy segura de que, con esto y poco más, podemos continuar nuestro camino.

Miremos el lado bueno del mundo, es mucho mayor que el malo, aunque haga menos ruido.