sábado, 2 de abril de 2011

CONOCE AL PASTOR

Al final de una cena, en un castillo inglés, un famoso actor de teatro entretenía a los huéspedes declamando textos de Shakespeare. Después, se ofreció a que le pidieran algunas interpretaciones.
Un tímido sacerdote preguntó al actor si conocía el salmo 22.
El actor respondió: “Sí lo conozco. Pero sólo estoy dispuesto a recitarlo si después también lo recita usted”.
El sacerdote se sintió incómodo, pero aceptó.
El actor hizo una bellísima interpretación, con una dicción perfecta:

El Señor es mi Pastor, nada me falta.
En verdes praderas me hace recostar,
Me conduce hacia fuentes tranquilas
Y repara mis fuerzas.
Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo
Porque Tú vas conmigo
Tu vara y tu cayado me sosiegan
Preparas una mesa para mí, enfrente de mis enemigos,
Me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa,
Tu bondad y tu misericordia
Me acompañan todos los días de mi vida
Y habitaré en la casa del Señor por años sin término.


Llegó el turno del sacerdote, que se levantó y recitó las mismas palabras del salmo.
Esta vez, cuando terminó, no hubo aplausos sino un profundo silencio.
Todos lloraban.
El actor se mantuvo en silencio, se levantó y dijo a todos, notablemente emocionado:
“Señoras y señores, espero que se hayan dado cuenta de lo que ha sucedido esta noche:
Yo conocía el salmo, pero este hombre...

¡CONOCE AL PASTOR!