miércoles, 24 de agosto de 2011

Después de la JMJ


La visita del Papa ha dejado en Madrid, y en toda España, una resaca que tardará días en pasarse. Resaca de sueño en los cientos de miles de jóvenes que estuvieron tres días en pie, bajo el sol, el viento y la lluvia, sin dejar que nada de ello enfriará su entusiasmo. Resaca de cansancio en los miles de voluntarios que, con su camiseta verde, corrían de un lado para otro atendiendo a los peregrinos: colocar vallas, repartir agua, ayudar a los que se sentían mal, trabajar para que todo saliera bien. Nada que no solucionen unas cuantas horas de sueño.

¿Ha dejado también una resaca en nosotros, en los que seguíamos su visita a través de la televisión, en los que nos asombrábamos de ver a casi un millón de jóvenes esperando las palabras de un anciano de 84 años?

¿Qué nos queda de tantas imágenes, de tantas crónicas? Nos queda la sonrisa de una juventud que poco tiene que ver con lo que pensamos de ella. Una juventud con valores, comprometida, alegre y dispuesta a gritar al mundo que no todo vale, que hay mucho que ofrecer y poco que exigir. Nos queda la voz firme que surge de un cuerpo débil, la de un Papa cuyas palabras deben despertarnos a todos:

Sí, queridos amigos, Dios nos ama. Ésta es la gran verdad de nuestra vida y que da sentido a todo lo demás.

No somos fruto de la casualidad o la irracionalidad, sino que en el origen de nuestra existencia hay un proyecto de amor de Dios. Permanecer en su amor significa entonces vivir arraigados en la fe, porque la fe no es la simple aceptación de unas verdades abstractas, sino una relación íntima con Cristo que nos lleva a abrir nuestro corazón a este misterio de amor y a vivir como personas que se saben amadas por Dios “

“No se puede encontrar a Cristo y no darlo a conocer a los demás. Por tanto, no os guardéis a Cristo para vosotros mismos. Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe. El mundo necesita el testimonio de vuestra fe, necesita ciertamente a Dios”

“Nuestra atención desinteresada a los enfermos y postergados será siempre un testimonio humilde y callado del rostro compasivo de Cristo”

Recibimos el mensaje y ¿lo ponemos en práctica?

Más información en:

http://www.madrid11.com/pressoffice/es/documentacion/el-libro-del-periodista/830-todos-dscursos