miércoles, 25 de mayo de 2011

Ser madre


Con frecuencia nos preguntan, a las mujeres, si trabajamos y dónde. Si contestas que trabajas en casa, cuidando a tus hijos, sonríen condescendientes: “o sea que no trabajas”.Claro que trabajo, trabajamos todas, dentro o fuera de casa, en la labor más importante que se puede desarrollar en esta sociedad, trabajamos “construyendo” personas, convirtiendo ese trocito de carne que nos entregan en la sala de partos en hombres y mujeres hechos y derechos. Pero ¿qué es una madre?

Tomaré la definición de una hojita que nos distribuyeron en una parroquia, al asistir a la Santa Misa, con ocasión del Día de la Madre, hace años.

Madre es una mujer que entrelazó sus manos con las manos de un hombre para formar entre ambos una cuna.

Madre es una mujer que tiene algo de Dios por la inmensidad de su amor, y mucho de ángel por la incansable solicitud de sus cuidados.

Madre es una mujer que, si es ignorante, descubre los secretos de la vida con más acierto que un sabio, y, si es instruida, se acomoda como nadie a la simplicidad de un niño.

Madre es una mujer que, siendo vigorosa, se estremece con el vagido de un bebé y siendo débil sabe revestirse a veces con la bravura de un león.

Madre es una mujer que, tal vez enseñe al hijo pocas cosas, pero aquellas que le enseña son las que marcan el sentido de cuanto después aprende.

Madre es una mujer, con un poder tan grande, que solo ella, ella solamente, es capaz de borrar de este planeta esa triste figura que a todos impresiona y que se llama huérfano.

Madre es una mujer con un destino y vocación tan ineludibles que hasta el mismo Dios quiso sentir la cálida emoción de necesitar una.

Madre es todo eso…y aún mucho más. Y por eso, justamente por eso, tengo el orgullo de, además de ser mujer…

¡SER MADRE!