Y puesto que estamos recordando orígenes, las fiestas de Navidad, o Natividad del Señor, tienen su origen en la conmemoración del nacimiento de Jesús en el portal de Belén.
Con el tiempo, se ha ido cambiando y en algunos casos, sustituyendo por la fiesta de Papá Noël (noël = navidad, en francés), Santa Claus o San Nicolás, que está tomada de los países de nuestro entorno.
En Holanda los regalos a los niños los trae San Nicolás. Por cierto, según la tradición, viene en un barco desde España. En Alemania, el 6 de diciembre (Heilige Nikolaus) trae juguetes, naranjas, frutos secos... a los niños de la familia y da buenos consejos para todos. Y así más países de
A América del Norte, meta de infinidad de inmigrantes europeos, éstos se llevaron sus tradiciones con todo el cariño y la añoranza de sus corazones"
A partir de ahí, entra lo que podíamos llamar “La globalización de las ventas”. He aquí la receta:
“Tómese la celebración de algunos países europeos”
“Una vez tenga entre sus manos ese montón de tradiciones agítelas a barullo, láncelas a los escaparates y adorne con espumillón, papel de oro o plata (al gusto) en espera de clientes”
"¡Ah! no olvide añadir fondo musical de patinaje sobre hielo".
Lo de visitar el taller de Santa Claus en Rovaniemi, en Laponia, ponerle trepando terrazas, canalones, etc. es un negocio del comercio con una fórmula híbrida de mucha argucia
Es bonita la universalidad de las fiestas pero es un pastelón cuando las cosas se mezclan sin saber por qué, ni de dónde, ni desde cuándo.
Como todos los años, éste también celebraremos la Merienda Solidaria de Navidad. El domingo día 27 de diciembre, a las seis y media. Os esperamos.
Recuerdo a Pilar Zamanillo, era ya una persona bastante mayor cuando yo la conocí, hace casi 30 años. Recuerdo el olor del chocolate que ya nos llegaba mucho antes de entrar en el comedor (curioso contraste para las que lo utilizábamos a diario, verlo lleno de madres, tías y abuelas y con una mesa llena de regalos). Recuerdo los nervios cuando salían un montón de números y el mío seguía en mi mano . Recuerdo la emoción de mi número repetido a voz en cuello por todos los que rodeaban a la que los extraía de la bolsa. Entonces, yo me levantaba y caminaba hacia la mesa, rodeada de mis hermanas y primas (tan contentas como yo) y recogía mi regalo. No importaba lo que fuera, mi número había salido.
ResponderEliminarPasaron algunos años y una tarde de Diciembre subí las escaleras que dan al comedor con mi hijo mayor,de 3 años, cogido de la mano y el pequeño en los brazos.La misma escena,diferentes protagonistas: él preguntaba cuándo saldría su número y yo repetía:" enseguida, no te preocupes hay regalos para todos".
Hoy, como entonces, habrá niños emocionados y madres que sonreirán cuando sus hijos reciban su regalo. Y volveremos a sentir que es Navidad, la nuestra, la de siempre, la del Niño que nace en Belén y nos convoca a compartir lo que tenemos y a disfrutarlo en familia, la gran familia de las antiguas alumnas del colegio.
Y hablando de compartir los 500 euros aportados en la en la merienda los hemos enviado para ayudar en Haití por vía directa y segura.
ResponderEliminar¿Sabíais que hubo un colegio de la Compañía de María en Haití?
Muchas gracias por vuestra colaboración.
Os quiere. Emma